lunes, 23 de marzo de 2009

Campo de Batalla

Hola a tod@s!!

Qué tal os ha ido el puente? Esperamos que lo hayáis aprovechado bien, aunque ya están aquí las vacaciones de Semana Santa. Hoy Lunes, abrimos el día con un texto de un nuevo colaborador de El Camino Perido, Lex. Nos trae un relato que nos evoca la idea de que la vida es, quizá demasiado a menudo, un campo de batalla. ¡Que lo disfrutéis!


El frío y húmedo barro de la trinchera me helaba los huesos. Agazapados en una postura incómoda, esperábamos la orden del oficial para salir al asalto. La maldita máscara anti-gas me agobiaba, y la suciedad de los cristales le daba a todo un tono inquietante. El irregular pero incesante martilleo de los obuses sonaba en la lejanía, como una tormenta lejana, machacando las posiciones enemigas, “pronto saldremos...”. A mi mente acudieron los recuerdos de la conversación que había tenido con mi hermano hacía un par de semanas:
-“A veces pienso que la vida es una lucha constante – le dije -, y estoy harto de tanta guerra, no quiero seguir participando en esta estúpida guerra, ya tengo suficiente con mi vida.”
-“No digas eso. Yo a veces también me canso de luchar pero, como en la vida, debes levantarte una vez más, para seguir adelante, no puedes empezar algo y luego simplemente abandonar, sin más. Nunca rendirse, nunca abandonar, ¡no!, ¡Jamás!. Si abandonáramos jamás lograríamos nada. Si hubiéramos abandonado, hace tiempo que todo se habría acabado...”
De pronto el estridente sonido del silbato del oficial irrumpió en mis pensamientos, sacándome de mi ensoñación. Era la hora de salir a tierra de nadie, “¡levántate, vamos!, siempre adelante, no puedes simplemente hacerte a un lado”. Salté fuera de la trinchera. El humo lanzado para cubrir nuestro avance, apenas me permitía ver a mis compañeros, que ya corrían hacia delante, “avanza, ya no puedes mirar atrás”. Comencé a acelerar el paso, con mi pesada respiración ensordeciendo lo que fuera de mi cabeza ocurría, como en un sueño. Delante de mí, vi la silueta de uno de los míos. De pronto, un ensordecedor estruendo me arrojó al suelo con una fuerza brutal, arrojando barro y piedras a mi alrededor. Sentía el palpitar de mi corazón en las sienes, “aún sigo vivo”. Aturdido por la explosión y con los oídos doloridos busqué el fusil, no estaba, levanté la vista buscando a aquel pobre muchacho cuya silueta había visto, pero había desaparecido, y en su lugar sólo podía verse un cráter, “¿qué hubiera pasado si...? mejor no pensarlo ”. Me arrastré hasta el hoyo, me incorporé como pude. El chico aún seguía vivo, se movía, a pesar de sus terribles heridas. Aparté la vista. El fusil estaba a su lado, lo recogí y seguí mi camino corriendo torpemente con la imagen de aquel desdichado soldado en la retina “¿qué debería haber hecho...?, ¿qué podría haber hecho...?”. Trastabillé, tropecé, y caí al suelo, “ todas estas preguntas no importan ahora, mientras siga vivo, mientras pueda seguir avanzando...”. Los proyectiles seguían cayendo, machacándolo todo a mi paso “...puesto que una vez que me detenga, todo habrá acabado.” Me incorporé “venga, vamos. Sigue, ¡corre!”. Y comencé a correr lo mas rápido que pude, “corre con todas tus fuerzas”. Vislumbré la siguiente línea de trincheras, abrí fuego, una ametralladora me respondió. Como pude me arrojé al suelo notando el mordisco de una de esas balas trazadoras en la pierna, “vamos, busca soluciones, piensa rápido”. Me hice un vendaje arrancado un jirón de la chaqueta, no parecía grave. Cogí una granada de palo del cinto, la activé, “actúa”, y la arrojé hacia donde, creía recordar, estaba la ametralladora. Sonó el trueno, me incorporé abriendo fuego de nuevo, “ no pares ¡vamos!”. Corrí como nunca lo había hecho, a pesar del dolor lacerante de la pierna, para saltar al interior de la trinchera sin parar de disparar...


Lex

1 comentario:

  1. ¡Qué bien remarcados los detalles!. Buen relato de una batalla, en primera persona.

    Saludos

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