martes, 24 de marzo de 2009

Autorretrato

Buenas a tod@s! Hoy Zhr nos trae un texto, que desde El Camino Peridido, teníamos muchas ganas de publicar. A modo de homenaje a nuestro embajador literario, quizá, más importante: Miguel de Cervantes, nos regala este "Autoretrato". Hoy, más que nunca, que lo disfrutéis!!


Aunque a veces no sepa qué hay en el espejo cuando vuestra merced se mira, sé que el reflejo no es más bonito que la silueta. Multicolor al hablar de razas, y siempre, con ojos de todos los tamaños. Quizás no sepa cómo son en su fondo, pero gracias a que Dios alguna vez me dio un buen consejo, sé saborear las miradas de vuestra merced. Así, de tal manera que, cuando saboreo una mirada que a mí va dirigida, no he de desechar la opción de la tragar sin más, sino todo lo contrario. Doila miles y miles de vueltas hasta que por fin, es adaptada a la papila gustativa que le conviene. La decencia es la papila gustativa que más me ha de gustar.

Y así, como mi madre me trajo al mundo, he de decir que en ella me escondo cuando no sé a dónde mirar, ni cómo deducir a dónde hacerlo debo. Y en cuanto pude respirar por mí sola y razonar sobre la vida maravillosa que me ha de esperar, pude gritar a Jesucristo, desde mi cama, que no he de decir cómo soy, sino que él, ha de ser quien lo haga. Que él, vuestra merced o nadie, deba definir mi silueta, pues quizás, aún no sea yo más que eso, una silueta.
Quizás sepa yo muy bien cómo describir a Don Quijote, digno de admiración y sabiduría, de idealismo y franqueza, pero no sabría cómo empezar, sino este retrato.

Y si he de empezar de alguna manera, que sea por el fin, que sea por el retorno a la vida, a la belleza y, sobre todo, a la más nítida pureza. Quizás, esta misma pureza, no sea la que yo vea, sino la que vuestra merced quiere que vea. La felicidad, rudeza, cabezonería y humanismo no serían parte de mí, sino parte de lo que vuestra merced ve más lejos del mismo espejo aquél. Esto, hace que dude yo misma sobre lo que soy, no soy o lo que ser debiera.

En cierto modo, absurdo es pensar que no soy como soy, sino como vuestra merced me hace, como Dios quiso que fuera o como si mis padres queridos, me hicieron hace ya algún tiempo. Quizás, todos éstos nombrados anteriormente, deban pedirme perdón por haberme creado como soy y no dejarme ser realmente quien quiero ser.

La ignorancia que me rodeó durante tantos años, no es comparable con la sabiduría que ahora, dicen ellos, tengo. Y si por mí fuese, yo no diría que la poseo, sino que me la hacen ver dentro de mí. La sabiduría, como otra cualidad cualquiera, no se posee, simplemente, es. Siempre intento instalarme en burbuja alguna donde entre y salga nada, donde vuestra merced no me mire con cara de esperar algo de mí, y donde todo, sea blanco. Y ahora, que vuestra merced hace recopilatorios sobre colores y sabores, he de definir mi persona como no más que un blanco; un blanco lleno de distintos tonos, lleno de tildes que jamás encuentro y palabras monosílabas que siempre, quieren decir nada. Nunca me definiré como ellos quieren que lo haga; nunca oirán de mi boca una oración llena de palabras en negro.

De mí, he de decir a favor de vuestra merced y en contra de mi religión que, parto de una hoja en blanco y conocimientos que quizás, ellos nunca sabrán que hipoteco a lo largo de la vida, de mi vida, de mi definición como persona en definitiva. Me equivocaría una y otra vez a la hora de arriesgar qué escribir sobre mí, que quizás, ni siquiera el más sabio de todos los sabios, como podría ser el Gran César de la antigua Roma, sabría contarlas sin que él, saliese perdiendo una vez más. Pero si de hacerlo he, no esperaré a que amanezca otro día nuevo, a contarlo no poder o a no ver mi reflejo en un suspiro inmediato.

Quizás, la otra parte de mí escondida, esté ahí, en un suspiro que nunca he de encontrar y donde más encanto vuestra merced, podrá averiguar. Si no encuentra lo que busca, no hurgue más. No me haga sangrar por una herida que vuestra merced pinta cada noche, a la luz de la llena luna; donde yo me he de apaciguar cuando no sé dónde buscar ese blanco en aquel espejo olvidado alguna vez.

Y por si a vuestra merced no le ha parecido una buena descripción de una persona aún pequeña para el mundo, siento decir que, no sé cómo esto ha de terminar, ni inventar ya palabras para convencerles de algo que ni siquiera, yo sé.


Zhr

2 comentarios:

  1. Un autoretrato digno del "Caballero de los Espejos"

    Sigue instalàndote en esa burbuja...

    Besos

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  2. Grandioso, me encantó.

    Un gusto conocer tu blog.
    Saludos, nos estaremos leyendo.

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