miércoles, 18 de marzo de 2009

Capítulo 1. La Terraza

Seguimos con la publicación de textos. Hoy, Path nos trae el primer capítulo de una historia, que esperamos os guste. Nos ha contado en líneas generales la trama, pero nos avisa que no está cerrada, así que, si, según avanca la historia, queréis aportar ideas, hacer un capítulo, lo que sea, ya sabéis, mandad a elcaminoperdido@hotmail.com vuestras sugerencias.


Aquella mañana, como de costumbre, el inspector Salgado se había despertado temprano, se había duchado con agua fría, como hacía siempre desde…desde aquello. Había desayunado las tostadas con sabor a suela de zapatilla de casa, que preparaba Margarita, la asistenta de cincuenta y ¿cuántos?. Salgado no estaba seguro, podrían ser perfectamente sesenta y tantos, a juzgar por las arrugas de la cara, del cuello, y el pellejo colgante de los antebrazos. Un par de tostadas, sin mantequilla ni mermelada –“así es como las comen los maricones”, había dicho una vez Salgado a uno de los novatos de su comisaría en una ocasión, mientras desayunaban en una cafetería del centro, después de un noche de mucho ajetreo-, y un café solo, sin azúcar – “como lo toman los hombres”, le continuó diciendo al mismo novato, quien sólo deseaba que aquel día de cuarenta y ocho horas terminara pronto-, era el frugal desayuno que llevaba tomando día tras día después de… de aquello. Desayunó en la terraza que daba a la calle, donde por las noches, si Salgado tenía suerte, podía ver a alguna prostituta – “las putas de toda la vida”, solía comentar en cualquier conversación-, enseñando los pechos a algún cliente indeciso.

Era una mañana perfecta, en cuanto a la climatología se trataba. Estábamos a mediados de Marzo, y esa semana, los días estaban siendo calurosos, pero por las mañanas, la temperatura era estupenda. Los rayos de Sol calentaban la piel, mientras el escaso aire que flotaba entre los edificios, te la enfriaba de nuevo.

A Salgado le gustaba desayunar en la terraza, comer, cenar, dormir y pasar un rato, caro, según él, con alguna de las chicas de la calle de abajo. Era una terraza no muy grande, acristalada, con persianas que sólo bajaba cuando hacía mucho calor en verano, y se había convertido en su santuario desde… desde aquello. Margarita no limpiaba la terraza, ni siquiera servía la pequeña mesa de hierro, pintada de blanco, que necesitaba urgentemente un par de arreglos, o el día menos pensado Salgado acabaría empapado y quemado por la sopa de ajo que solía cenar cada dos días.

El teléfono sonó cinco veces antes de que Margarita respondiera. Era una mujer eficiente, pero lenta al desplazarse. Salgado pensó si no sería hora de jubilarla.

- Sí, dígame – se escuchó decir a Margarita al levantar el “Siemens” de su base y descolgar-. Ahora mismo se le paso señor…- dijo tras unos instantes-. De acuerdo.

Salgado se puso en pie y entró en el salón, cogió el teléfono inalámbrico de las manos de Margarita, sin rozarla. La tenía en gran estima, pero sentía una cierta repugnancia cuado la miraba, sobretodo después de que soñara con ella en una especie de pesadilla sexual que le hizo despertarse empapado en sudor en pleno invierno.

- Es el señor Hernández – comentó Margarita mientras soltaba el teléfono, con ese acento extremeño que a Salgado tanta gracia hacía, principalmente cuando pronunciaba las “erres” finales casi como “eles”. “Como si fueran medio chinos”, dijo Salgado en una sesión rutinaria de reconocimiento, riéndose a carcajadas -.

Salgado se puso el aparato en la oreja, mientras volvía hacia la terraza y se sentaba en la silla de plástico, pensando que cuando Hernández llamaba a casa era por dos razones. La primera, para ir a jugar al golf al club de campo donde eran socios, y la segunda, porque había trabajo, del bueno.

- Dime Hernández – Salgado se reservaba el nombre de pila, por si la llamada no era para ir a jugar al golf ese sábado-, te escucho.

Al otro lado de la línea, la voz no habló de golf, ni de clubs de campo, ni de sábados, sino de todo lo contrario. La voz, parecía afectada por el caso que estaba comunicando a Salgado. Durante la noche que acababa de terminar hacía escasamente dos horas, una mujer había muerto de una forma tan atroz, que ni el veterano inspector Hernández era capaz de describir, al menos por teléfono.

- Quiero que vengas - dijo Hernández-. Quiero que lo veas con tus propios ojos.

- Claro, faltaba más – indicó Salgado, tratando de imaginar qué escena tan terrible podría causar ese impacto en Hernández -. Dame la dirección.

Salgado anotó en una servilleta de papel la dirección, pensando que el nombre de la calle le sonaba de algo, pero no estaba seguro de qué.

- Dame media hora – dijo Salgado, y colgó.

Ya se imaginaba el panorama: un cuerpo descarnado, mutilado o peor, violado salvajemente; expresiones del tipo “¡qué espanto!”; buitres disfrazados de periodistas planeando hasta caer sobre la presa; y por supuesto, arcadas a la hora de la comida. Las arcadas no habían surgido durante su carrera como inspector hasta que sucedió… sucedió aquello, ni siquiera cuando él era el novato.

- Ya tiene el traje preparado señor – dijo Margarita haciendo que Salgado volviera al presente. “Sí señolita” – pensó el inspector –“Cómo se puede desvirtuar así un idioma, por el amor de Dios”-. ¿Vendrá a comer?

- No Margarita, no vendré a comer hoy. Hágame algo ligero para la cena. Gracias

La asistenta se retiró, agachando ligeramente la cabeza. Salgado se levantó y se dirigió a su habitación. Allí, Margarita sí limpiaba (menos mal), y todo estaba pulcramente limpio y recogido. El inspector sentía, en ocasiones, un súbito ataque de furia desordenadora, y quería tirar todo por el suelo, sacar la ropa de los cajones, colgar los calzoncillos de la lámpara…, pero nunca lo hacía. Se limitó a vestirse. Y mientras se hacía el nudo a la corbata que le regaló Margarita por su último cumpleaños, deseó que ese día, no fuera demasiado largo.

Continuará


Path

3 comentarios:

  1. qué buena pinta, tengo ganas de leer el 2º capítulo! a ver como sigue esto Path!

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Esperamos que el segundo capítulo vea la luz muy pronto

    Saludos

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  3. Qué buena está la historia! n.n Ya, gracias por pasar por mi blog, y también espero el 2º capítulo pronto (: Que estes bien, saludos!

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